La adicción continuada a las drogas va destruyendo a la persona y a su entorno. El individuo se mete en una espiral de autodestrucción donde el único móvil de su vida es estar colocado, lo aleja de su familia y de sus seres queridos, que se involucran en intentar ayudarlo y se sienten impotentes al no conseguir nada. En un momento determinado, el adicto se hace consciente de la situación y toma una decisión. Si él quiere, sí puede salir de la droga, con ayuda de un centro especializado.
En 1992, el cantante y guitarrista del grupo de rock vasco Eskorbuto, Iosu Expósito, gravó un vídeo desolador denunciando el mundo de la droga. Pocos meses después murió de una enfermedad relacionada con el consumo de sustancias que tomaba. En la entrevista comenta que se metió en la droga porque gente que admiraba la consumía. Era una vía de escape para evadirse de un panorama social y personal en el que no veía futuro. Un espejismo. Según Despierta Barcelona, un centro de desintoxicación de la ciudad condal, las drogas encadenan mientras prometen libertad. En los hechos es un ambiente hostil. El adicto está prácticamente solo, no tiene amigos, solo compañeros circunstanciales para consumir. Casi todos intentan aprovecharse de su debilidad, en ese mundo cada uno va a lo suyo.
Iosu no tuvo suerte, pero otros personajes conocidos pasaron por ese infierno y lograron salir. El presentador Alonso Caparrós fue adicto a la cocaína durante 25 años. En un momento determinado, según confesó en una entrevista televisiva, tomaba cada día tanto como para matar a 7 caballos. Su adicción truncó su prometedora carrera profesional. Le ha costado una ardua lucha, desengancharse y abrirse un hueco en los platós de televisión.
La popular tertuliana Belén Esteban sostuvo durante años que el moquillo de la nariz se le caía por causa de la diabetes. Tras pasar varios meses alejada de los focos, reconoció en un programa de Telecinco que había sido adicta, aunque no especificó a qué sustancias. Explicaba que durante su participación en el programa “Más que baile” necesitaba consumir antes de salir al plató. Aquello se le había ido de las manos. Tenía que estar colocada para trabajar. Decidió entonces armarse de valor y pidió ayuda, antes de que aquello fuera en aumento.
Sofía Cristo, la hija de Ángel Cristo y Bárbara Rey, publico una autobiografía llamada “El amor de mi vida” en la que relataba su odisea por salir de la adicción a las drogas. En su época de Djay llegaba a consumir 8 gramos diarios de speed. La cocaína le perforó el tabique nasal, tuvo un amago de infarto y estuvo al borde de la sobredosis en varias ocasiones. Con la ayuda de su madre, que asistía a terapia familiar, logró rehabilitarse en un centro de Barcelona. Hoy trabaja como intervencionista familiar en una clínica de desintoxicación, ayudando a otras personas a salir de las drogas.
Nadie te saca de la droga.
A veces las familias, en un acto desesperado, envían a sus hijos a un centro especial para desengancharse. En otras ocasiones, algunas sentencias judiciales ponen como condición que la persona, si está inmersa en algún procedimiento judicial, pase una temporada por un centro especializado. Romper la dependencia física con la sustancia es duro, pero se puede conseguir; incluso controlar la ansiedad por no consumir. El problema está en la dependencia psicológica.
En ocasiones, la persona afectada, después de pasar una temporada por estos centros y salir de ellos con el organismo limpio, al regresar a la vida cotidiana, se vuelven a enganchar. Entran en contacto con el mismo ambiente de antes, u otro parecido, y en poco tiempo vuelven a los niveles de consumo anteriores a su internamiento, cuando no a más. El adicto no estaba decido a abandonar las drogas. Para hacerlo necesita fuerza de voluntad, autocontrol y la convicción de que la droga es un peligro que está ahí, y en el momento menos pensado puede recaer.
En una entrevista que le hicieron hace años a Carmen Avendaño, presidenta de “Madres contra la droga”, en el periódico La provincia dijo que el problema estaba en el inicio del consumo. Había que mentalizar a los jóvenes, pero sobre todo detener a los narcotraficantes. El mercado de la droga se caracteriza porque los vendedores van a buscar a los consumidores para dar salida a la mercancía. En los años 80, un grupo de mujeres en Galicia, madres de chicos enganchados a la droga, se manifestaban delante de bares donde sabían que se vendían estupefacientes. Pronto se dieron cuenta de que estos sitios no eran más que intermediarios. Los últimos eslabones de la cadena de distribución estaban plagados por jóvenes como sus hijos, que menudeaban con la droga para poder costarse su dosis. Había que señalar a la cabeza.
La heroína y la cocaína entraba en España por las rías gallegas, a través de clanes organizados que habían sustituido el contrabando de tabaco por el narcotráfico, con ello sus beneficios se multiplicaban exponencialmente. A la cabeza de esas organizaciones estaban capos que se hacían pasar por respetables empresarios, cuando no por benefactores de la comunidad. Contaban con la simpatía de las autoridades y no les importaba amontonar riquezas a costa de matar a la juventud. Madres contra la droga empezó a señalarlos y concentrarse a las puertas de sus lujosos pazos. Gracias a la lucha continuada de aquellas valientes mujeres durante 10 años se puso en marcha la Operación Nécora en septiembre de 1990, el mayor operativo contra el tráfico de drogas realizado nunca en España.
Carmen recuerda que la heroína en España mató a más gente que ninguna guerra. Durante años no contaron con ningún apoyo ni político, ni policial. A los jóvenes adictos se les veía como un foco de delincuencia, y no como unas víctimas, los verdaderos delincuentes quedaban a cubierto. Socialmente, se ganó la batalla contra la heroína, sin darnos cuenta de que su lugar lo estaban tomando otras drogas como la cocaína, presentada como la droga de los triunfadores, cuando en realidad provoca tanta dependencia como la anterior, es igualmente devastadora y genera daños cerebrales y en el sistema circulatorio.
De la droga sales tú.
De la droga sale el afectado en el momento en que decide salir. Para llegar a ese punto se pasa por un proceso que atraviesa por diferentes fases. En la web cuerpomente.com aparece el testimonio de una chica de 38 años que pasó 20 años enganchada a diferentes sustancias y en la actualidad no consume nada, en su relato explica cómo vivió cada una de esas etapas. Hay tres que son decisivas.
- Aceptar que se está enganchado.
Una persona entra en contacto con las drogas por distintos motivos: como un instrumento para pasárselo bien, como un medio de relación social, para integrarse en un grupo o porque hay un problema detrás que no aparece.
Durante un tiempo, la persona va aumentando su consumo de droga sin darle importancia. Determinadas actividades las asocia a la droga y no las puede realizar si no está presente. Por ejemplo, salir de fiesta o relacionarse con una persona del sexo opuesto. Encuentra justificaciones para que el consumo se incremente más aún, que se haga más seguido en el tiempo. No puedo desconectar del trabajo si no consumo o estoy pasando un momento malo y no me puedo permitir estar triste. En ese momento, el adicto piensa que no está enganchado, cree que lo controla y que lo puede dejar cuando quiera, pero no es verdad.
Su consumo se ha disparado hasta tal punto que para adquirir la droga está dispuesta a ir a sitios o realizar determinadas acciones que nunca se le hubiera ocurrido hacer en una situación normal. Llega un momento en el que se da cuenta, percibe que hay un problema. Aún no se siente con fuerzas para desengancharse.
- Tocar fondo.
Por desgracia, la mayoría de los adictos toman la decisión firme de abandonar las drogas después de pasar por un episodio traumático. Las personas que les quieren les gustarían evitarlo, pero es el detonante que les lleva a tomar acción. Se trata de un umbral que el cuerpo o la mente del afectado no tolera, y hace que lo rechace. Puede ser un nivel de enfermedad avanzado, la perdida de alguien querido o la imposibilidad de enfrentarse a una situación en las condiciones en las que se encuentra. Es el límite que no está dispuesto a pasar, y no le queda otra que salir de ahí. La profundidad de ese límite es diferente en cada caso. Está influido por el nivel de dependencia a las sustancias.
- La decisión de salir.
Es una decisión consciente. Tomada por el afectado. Con frecuencia el drogodependiente pide ayuda a su entrono más cercano, a aquellos que él valora que le pueden ayudar. Necesita un respaldo, sabe que no será fácil y que es necesaria mucha fuerza de voluntad. Desde luego podrá salir de ahí si está convencido de hacerlo y tiene ayuda profesional.