La tecnología está presente en todos los ámbitos de la vida humana. Y esta, aplicada al calzado, nos puede aportar, además de comodidad y confort, una prevención de lesiones y dolores futuros.
A la hora de elegir calzado hemos de primar la comodidad por encima de cualquier otro criterio. El mejor calzado es el que se adapta perfectamente al pie sin producir molestia alguna a cualquier nivel.
Los criterios que se describen a continuación han de tenerse en cuenta para el calzado de cualquier estación (tanto abierto como cerrado) y cualquiera que vaya a ser su uso (es igual si se trata de zapatos para el trabajo en el que estamos varias horas de pie como si son las zapatillas para running de Deportes Evolution con las que entrenamos diariamente).
Cuando seleccionamos la talla de calzado estamos eligiendo su longitud, lo cual nos permitirá que nuestros dedos estén estirados y que podamos moverlos dentro del zapato. La medida dependerá del dedo que tengamos más largo. Para unos será el dedo gordo (pie egipcio), para otros el segundo (pie griego) o ambos por igual (pie cuadrado).
La anchura es fundamental para respetar la articulación de la planta del pie y de los dedos, y puede estar expresada con una letra o un número (esta suele ser estándar en casi todos los casos, excepto si se trata de zapatos ortopédicos).
La suela debe ser flexible, con una torsión transversal, y la sujeción es imprescindible para aportar estabilidad durante la marcha.
Para comprobar la estabilidad de un zapato antes de una compra, deberemos ejercer presión sobre su talón (con el zapato quitado). El zapato será realmente estable si al realizar esta acción la puntera no se levanta. El importante que, aunque el calzado sea abierto, tenga algo de sujeción por detrás, en la parte del talón.
El tacón no debe ser totalmente plano, sino tener una elevación de unos 2 a 4 cm.
La suela debe ser a la vez resistente y flexible para permitir el movimiento del antepié al rodar. Al calzarnos el pie y quedarnos con él de puntillas, esta acción debe ser llevada a cabo sin dificultad, comprobando que nos sentimos realmente cómodos al hacerlo. Además, la parte externa de la suela debe ser impermeable y tener un buen agarre al suelo, siendo más adecuadas las que tienen tacos sobresaliendo en diversas direcciones.
La plantilla debe ser blanda, sobre todo si es para personas mayores, con perforaciones bajo los dedos y que absorba el sudor.
Por último es importante revisar que las costuras están bien acabadas, incidiendo en las zonas de la puntera, las cordoneras, las tiras de las sandalias, etc., para asegurarnos de que no nos ocasionarán roces que puedan alterar el movimiento del pie (en ocasiones nos generamos lesiones a causa de variar el movimiento para evitar el dolor) u ocasionar prominencias óseas (juanetes).